sábado, 3 de septiembre de 2016

La modificación de la posición de la escápula hasta el humano moderno.

Esta entrada es una síntesis (de un resumen previo) de una búsqueda bibliográfica sobre cómo se modificó la posición de la escápula. No puedo asegurar que los datos sean del todo correctos, pues es una transcripción de lo que encontré hace tres años. Así que tomarlo como una información para tener una idea global del tema. Los datos de las referencias bibliográficas están reducidos, pero creo que de necesitarse, no presentaran ningún problema para encontrar los artículos.

Estructura y función.

Algún autor menciona que para entender el comportamiento de una estructura es imprescindible profundizar en otras ciencias que aportarán algunos datos, con un enfoque diferente de una misma región anatómica (1).
Según la literatura, las distintas partes del miembro superior se fueron incorporando y perfeccionando en el tiempo y según las necesidades funcionales, como regiones funcionales. Así no es de extrañar que la anatomía sufra precisamente por tener tal nombre: anatemno, que significa dividido (1).

De la cuadrupedia a la bipedestación.

En terapia manual se suele decir que la estructura gobierna la función. Pero es a partir de una serie de necesidades funcionales del brazo que la morfología de la cintura escapular deberá de modificarse. Es decir, que se retroalimentan. Al estudiar la evolución del miembro superior se deben tener en cuenta todos los elementos y factores que influyen en su función, y estas funciones no se han de interpretar de forma aislada (1). Así la escápula tiene la forma, posición y orientación que conocemos, por una serie de cambios evolutivos necesarios para la función.
Hay muchas hipótesis sobre la transición de la cuadrupedia a la bipedestación. Se carecen de pruebas fósiles claras acerca del primer bípedo, incluso se desconoce la forma de locomoción ancestral que dio origen al bipedismo (2).

Cuadrupedia, Locomoción
De la cuadrupedia a la bipedestación

El hominoide tiene características diferenciales con los demás primates y se divide en diferentes familias por tener diferentes estructuras anatómicas adaptadas a sus distintos tipos de locomoción. En un resumen muy simplista (3-5), los braquiadores se mueven en los árboles por el balanceo del cuerpo suspendido de sus brazos, los trepadores utilizan el brazo oscilante y vertical y los que realizan una marcha apoyados sobre los nudillos de las manos, por lo que la escápula está orientada para soportar este peso. Los bípedos, que eran del género “Homo” y con caracteres anatómicos similares al hombre moderno. Estos géneros con los diferentes tipos de locomoción comportan una serie de adaptaciones anatómicas que exige este cambio de postura, obligando a que su morfología cumpliera con los requisitos funcionales. Esta especialización en la morfología afecta de forma importante al hombro (5), pues posiblemente la cintura escapular es la zona del cuerpo que más cambios ha sufrido en la evolución de los homínidos (6).

Durante la cuadrupedia, la función de las extremidades superiores era la locomoción por lo que eran las “patas anteriores”, situándose por delante y debajo del tórax (1) y aguantando parte del peso. La escápula era más fuerte y gruesa que la actual, con la función de absorber las cargas y el peso del cuerpo (7). Al hecho de pasar a la postura bípeda, le siguió la liberación de los miembros superiores de la función de soporte y locomoción (8), por lo que las manos se utilizaban para otros menesteres (9). Esta modificación de la cintura escapular, cambió las necesidades del miembro superior, con lo que también se modificó su biomecánica (1), pasando entre otras a tener la función de sujetar y coger alimentos (8). 

El hombro ya no trabaja en compresión, sino que lo hace en suspensión y está al servicio de la mano como herramienta prensil, situándose en todos los planos del espacio gracias al codo y el hombro.

retroceso escápula
Retroceso de la escápula

Hacia la morfología de la escápula actual.

Los primates tenían el tórax más profundo y estrecho, con las escápulas a los lados y la articulación glenohumeral, con sus movimientos solo en el plano sagital, adaptada a una locomoción cuadrúpeda (5).

El género Homo, ya adaptado a una postura erecta, tenía un tórax más ancho y menos profundo, con la escápula en una posición dorsal y la cavidad glenoidea orientada lateralmente (8) y con los brazos a los lados (3). Esta situación y orientación proporcionaba movilidad en el plano coronal al brazo, con movimientos multidireccionales (5). En este desplazamiento posterior, la escápula arrastró desde un plano anterior a muchas estructuras vasculonerviosas, como por ejemplo a la arteria escapular o al nervio supraescapular (1, 6). Los músculos de la zona se hicieron más potentes y necesitaban de una inserción mayor por lo que aumentó el tamaño de la parte inferior de la escápula, que a su vez mejoró su estabilidad al fijarse más sólidamente al tronco (1, 6).

El miembro superior necesitaba más movilidad, por lo que la cavidad glenoidea se reduce por arriba y por delante, pero aumenta por debajo (1) para evitar limitar la movilidad del brazo en abducción (6). Al cambiar la orientación de la glena hacia atrás, se debía mantener una necesidad funcional de primer orden: la flexoextensión del codo en el plano anteroposterior, por lo que el húmero tuvo que torsionarse sobre su eje con una retroversión proximal en rotación interna (1) y orientar las manos y los antebrazos hacia delante (8).

Por la necesidad de abducción, el músculo deltoides aumenta su volumen, por lo que el acromion ha de aumentar de tamaño a la vez que se desplaza hacia fuera y adelante arrastrando al nervio circunflejo con un trayecto de atrás hacia delante (1, 10). Ahora el acromion necesita una base más fiable formándose la espina en la parte posterior de la escápula (1).

Crecimiento Acromion
Crecimiento del acromion

En el humano moderno, la fosa supraespinosa es pequeña por comparación a la infraespinosa, con una espina del omóplato casi horizontal (5). Aparecen los músculos supraespinoso e infraespinoso que mejoran la abducción (6). El proceso coracoides que tenía una función estabilizadora anterior (6), reduce su tamaño pero manteniendo importantes inserciones ligamentarias y tendinosas (1). El aumento de movilidad reduce la estabilidad y este compromiso aún perdura en el humano moderno y la consecuencia ha sido un aumento de riesgo de lesión (11). Van apareciendo importantes músculos para poder fijar la escápula al tórax y mantener su estabilidad (1).

Nuestras clavículas son una de las mayores herencias del esqueleto del hombre. Junto con las escápulas, y al liberarse de la función de sostén y carga, obtienen una gran libertad de movimientos al servicio del miembro superior, proporcionando la habilidad a la mano (7), movimiento que pocos animales, excepto los monos, pueden abordar (10).

Crecimiento Escápula
Crecimiento de la escápula

Vemos que de acuerdo a las exigencias funcionales y fisiológicas de la extremidad superior las inserciones musculares adaptan su posición y orientación, a la par que el propio músculo adapta su tamaño, forma y posición. Así vemos una relación entre la forma de la escápula y las características funcionales como por ejemplo la del manguito de los rotadores (5).

Aún así y prestando atención a la disposición de algunos elementos de la cintura escapular, es fácil que se planteen algunos interrogantes. Uno de ellos es que los músculos anteriores como el subescapular o los redondos están inervados por una rama posterior del plexo braquial, mientras que los músculos posteriores de la escápula como el supraespinoso o el infraespinoso están inervados por ramas anteriores (1).

BIBLIOGRAFÍA:

(1) Rotella JM, Urpi J, Heredia M, Brahim C. La evolución de la inervación del miembro superior: Plexo braquial (2010).
(2) Marmelada CA. Orígenes remotos del género humano I y II (2007)
(3) Chadwick A. Sciencie and faith: the hominid fossil record (2009).
(4) Richmond BG, Begun DR, Strait DS. Origin of human bipedalism: the knuckle-walking hypothesis revisited (2001).
(5) Bello-Hellegouarch G, Potau JM, Arias-Martorell J, et al. The rotator cuff muscles in Hominoidea: evolution and adaptations to different typs of locomotion (2010).
(6) Rotella JM, Urpi J, Heredia M, Brahim C. El hombro: una nueva visión de su evolución (2009).
(7) Joselovsky A. Confesiones del cuerpo (2012).
(8) Joselovsky A. Antropologia evolutiva de la postura: Sus consecuencias patológicas hoy (2013).
(9) Bueno A. Historia del bipedismo (2012).
(10) Codman EA. The shoulder. Ruptures of the supraespinatus tendon and other lesions in or about the subacromial bursa (1934).
(11) Salter EG Jr, Nasca RJ, Shelley BS. Anatomical observations on the acromioclavicular joint and supporting ligaments (1987).
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